Alba Montero

Música, cuatrista, ebanista

Entrevista por Iván Martínez. San Juan, Puerto Rico. 19 de marzo de 2025.

  • Alba Octavia Montero Rivera, hija de José Antonio Montero Martínez y Alba Iris Rivera Morales. Nacida el 9 de noviembre de 1964 y criada en el pueblo montañoso de Utuado. Su niñez se desarrolló cerca de su abuela materna Mama Ana, su hermana y cuatro primos. Fue precisamente Mama Ana quien le inculcó los saberes de la vida en el campo, tales como caminar montañas, desyerbar, sembrar y criar animales. Y fue también con ella que obtuvo sus primeros aprendizajes fuera del género, ya que Mama Ana fue su primer referente en el uso de herramientas como el machete.

    En la adolescencia Alba tuvo que enfrentar la difícil situación de tener que abandonar su amado campo para mudarse junto a su familia al área metropolitana, especificamente al pueblo de Carolina. Nada fácil para una chica de 16 años que amaba el verdor, la tranquilidad y la sencillez de la vida en el campo. Una vez entró a la Universidad de Puerto Rico en Rio Piedras en 1982 a estudiar un bachillerato en Literatura Comparada, descubrió y comenzó a trabajar en el maravilloso mundo de las librerías. Los libros son otro de los amores de Alba.

    Al culminar el bachillerato, mientras continuaba trabajando como librera, se topó con un curso vespertino de ebanistería para adultos en la Escuela Vocacional Miguel Such. Cuando llegó a la primera clase, se encontró con que era la única mujer. Sus compañeros de clase resultaron set  hombres mayores retirados que la recibieron con la idea de que había llegado quien les iba a hacer café. Una vez culminó el curso, que duró un semestre, Alba quedó tan fascinada con el oficio que decidió cambiar los libros por la madera como forma de ganarse la vida.  Así que se aventuró a solicitar trabajo en un taller de ebanistería, donde volvió a ser la única mujer ebanista. Y aunque constantemente le daban trabajos bien intensos con la idea de que se arrepintiera y se fuera, no lo lograron. De hecho, años más tarde terminó siendo la supervisora del taller.

    Alba laboró como empleada en talleres de ebanistería en Puerto Rico y Estados Unidos durante 24 años, gracias en gran medida a que -de eso se enteró más tarde- las secretarias y/o administradoras de esos talleres convencían a sus jefes para que le dieran una oportunidad. Fueron esas mujeres quienes, en resumen, le abrieron camino a Alba en un mundo histórica y culturalmente masculinizado. Por supuesto que su destreza, su empeño y su persistencia jugaron un papel importante en su desarrollo como ebanista y fue lo que la llevó a convertirse en supervisora de varios talleres, teniendo a su cargo a más de XX ebanistas, todos varones.

    Para Alba fue bien difícil supervisar hombres. Lograr que le reconocieran su autoridad fue uno de sus grandes retos. Requirió que dejara de usar el uniforme del taller y se vistiera con ropa regular, que no almorzara con ellos, que no socializara de ninguna manera. Ella sabía que tenía saber siempre más, mucho más que ellos. Necesitaba tener más información que el pintor y que el ebanista para lograr el respeto y el reconocimiento.

    Para Alba, la transformación, la creatividad y la belleza son los aspectos más satisfactorios del trabajo manual de la ebanistería. Y ahora, que ofrece talleres de bricolaje a mujeres, ha encontrado enorme alegría en enseñar y abrir camino mediante un proyecto que ha ido cambiando la historia de las mujeres en relación con el uso de herramientas. El proyecto, desarrollado junto a su compañera Zulnette  (Zuly) García Ramos  -quien fue la persona que la llevó a descubrirse como maestra- busca que la decisión de su profesión no tenga que ver con ser mujeres, sino con las destrezas y los intereses que tengan.

    Su éxito como ebanista ha radicado en su capacidad de aprender de otra gente, de buscar

    adquirir conocimientos constantemente y de reconocer, aceptar e integrar los cambios en materiales, destrezas y trucos que se siguen suscitando en el mundo de la ebanistería.

    El mayor reto de Alba es a su vez su mayor orgullo: haber superado el miedo de irse a trabajar por su cuenta para poder asociaciarse con gente que trae prosperidad y tranquilidad a su mundo laboral. Fue en medio de la incertidumbre que provoca el dejar un trabajo fijo que Alba decide asociarse con su amigo y ebanista Elio Torres, junto a quien montó un taller de ebanistería donde ambos desarrollan sus proyectos individuales. Elio se especializa en la ebanistería estética y de diseñadoras de interiores, y sus clientes son generalmente de clase alta. Alba, por su lado, atiende dos poblaciones específicas: mujeres que contratan sus servicios de ebanistería para si y mujeres que contratan sus servicios de ebanistería/handywork para sus mamás. Ser mujer en una profesión masculinizada le da a Alba la ventaja de que provoca más seguridad entre las mujeres, quienes prefieren que sea ella quien entre a sus casas en vez de un hombre desconocido. Trabajando por su cuenta ha descubierto que la violencia que experimentamos las mujeres por ser mujeres ha resultado precisamente en su nicho de trabajo.

    Otra de las asociaciones que le han traído abundancia ha sido con Zuly, quien diseñó el concepto de Albanistería como proyecto económico para ofrecer talleres de bricolaje a mujeres y niñas. Albanistería, además de traerle mucha alegría y orgullo, se ha convertido en un negocio próspero sin abandonar la conciencia política y social, así como el compromiso comunitario.

    Sus proyectos aspiran a reducir la brecha de género y trabajo, provocar cambios culturales que aumenten los espacios ocupados por mujeres y el desarrollo de su autosuficiencia con relación a las herramientas y a los trabajos históricamente masculinizados. La mayor ambición laboral de Alba era tener un trabajo en el que fuera tan feliz que no lo sintiera como trabajo y a sus 56 años siente que lo ha logrado.

    Alba se ha ido convirtiendo en un referente para muchas mujeres que la ven como un modelo a seguir. Y a ella, las mujeres que quieren inspirar a otras mujeres, esas que quieren hacer cosas diferentes, las que practican la solidaridad, las que se atreven y las que quieren pero no se atreven, la llenan de inspiración.

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Barbara Herr